miércoles, 6 de febrero de 2013


Antes de que veamos en marzo a Anthony Hopkins interpretando a Hitchcock...


"PSICOSIS" (1960)
con
"TERCIOPELO AZUL" (1986)

EL OJO DEL FISGÓN


(de un juego de semejanzas
a
la transferencia en la psicosis
y en la neurosis)


El sábado pasado
lejos de estrenar la ya inevitable "Hitchcock" 
(donde Anthony Hopkins encarnará al maestro inglés en la historia que narra las peripecias de la filmación de "Psicosis" en 1960)
  en el MALBA se pudo volver a ver "Terciopelo azul" de David Lynch. 

Me parece una buena oportunidad para 
servirnos de un hilo que atraviesa y vincula 
a "Terciopelo azul" y "Psicosis" 
el ojo del fisgón (1).


(Jeffrey espiando a la enigmática Dorothy en el film de Lynch)

No caben dudas de que en ambas películas el drama se potencia a partir de sendas escenas de fisgoneo
el de Norman Bates en el motel 
y el de Jeffrey Beaumont encerrado en el armario del departamento de Dorothy. 

En los dos relatos se verifica una inmediata respuesta: 
el ataque a punta de cuchillo de una mujer con batón y peluca.

(Dorothy y su cuchillo le apuntan a Jeffrey )

 Ese ataque en ambas películas se dirige al fisgón...

Supongo aquí la objeción del lector: 
en "Psicosis" el cuchillo no se dirige al mirón de Norman Bates 
sino a Marion, en la famosa escena de la ducha (interpretada por la estrella de la época, Janet Leigh). 

Pero es que en el clásico de Hitchcock el fisgón está desdoblado (2)

Y acaso éste sea uno de los puntos de interés de la historia del rodaje de "Psicosis" (historia que motivó la película que en marzo se estrenará en Buenos Aires con Anthony Hopkins en el papel de Hitchcock): 

el fisgón allí atacado está fuera de campo...

(otra mujer con batón, peluca y facón)

Hubo una serie de acciones que Hitchcock instrumentó durante el rodaje y en el acuerdo de distribución de su película con las salas, que denuncian la voluntad del "maestro del suspenso" de dirigir no sólo a los actores sino también al espectador (3).

Esa misma disposición del director se puede leer en la escena de la ducha: puso al espectador de inicios de los 60' a fisgonear al calor de la inminencia de una revelación... "¡está por verse el primer desnudo en Hollywood!, ¡ya viene!, ¡ya sucede!, ¡¿hasta dónde nos dejará ver de la desnudez de Janet Leigh?!...". 


(video no disponible en la versión por mail)

(si observan lo que sucede en esta escena a partir del minuto 1.23, notarán que hay una mancha que comienza a interferir al ojo. Es muy verosímil imaginar al director en la sala de montaje diciéndose: "el apetito del fisgón lo mantendrá inmerso en su cosa... hasta que ya sea tarde para salirse de la escena"). 

Se ha escrito mucho sobre el jansenismo de Hitchcock, la punición moral del deseo, su diálogo con el psicoanálisis kleiniano y sus madres superyoicas, etc, etc.. 
Pero es otro el asunto que aquí me importa: 
que el ataque al fisgón extienda el fuera de campo hasta incluir a la platea, problematiza el campo diegético.

Porque ya no se trata de lo que me cuenta Hitchcock (la historia de esa joven espiada por Norman y atacada por una "madre posesiva" que la ha tomado por puta)...
sino que se trata de lo que Hitchcock hace con lo que me cuenta. 

 Y éste es un punto que nos recuerda el problema del psicoanálisis:
¿analizamos los hechos sucedidos en la vida del paciente?,
¿o analizamos el hecho de lo que hace con lo que dice mientras me cuenta su vida?. 

(sólo en el primer caso la transferencia es pensada como repetición y queda reducida a ser una pista de lo que le pasó o le pasa al paciente afuera del consultorio)

Por cierto, el análisis del hecho del decir que se instala entre el analizante y el analista no puede ser el mismo que el que se juega en esta elucubración que estamos haciendo sobre el hecho del decir de Hitchcock. 

Porque en el caso de la película el director es amo de sus dichos. Está en posición de decidir qué decirme para provocar tal o cual cosa en mí, espectador.


(foto premeditada por Hitchcock durante la filmación y difundida para disponer al público a suponer una actriz interpretando a la madre del cuchillito...)

Muy otro es el hacer que leemos en lo que se dice en un análisis. Un hacer vinculado con el agieren freudiano (4), no gobernado por ese alguien que nos habla y que hablando pretende representarse. Ya no se tratará de un alguien sino de sujeto.

Aún así, hay en este cambio de registro (de lo que me cuenta a lo que hace con lo que me cuenta) un interés central para el modo de escuchar las historias por parte de un psicoanalista (5)


(Norman Bates espiando a la rubia Marion a través de un agujero en la pared)

Pero algo más pone en serie a ambas películas. Es que los dos personajes fisgones reciben una demanda posterior: lastimar a la mujer espiada.

En un segundo envío pasaremos entre el "hit me" ("golpeame") que Dorothy le dirige a Jeffrey en "Terciopelo azul" y esos golpes de cuerda que se entrelazan, en una continuidad digna de un nudo de trébol, con las imágenes de cuchilladas y con los cortes sucesivos escritos por el montaje de Hitchcock y que configuraron un hit que hoy en día hasta se escucha en los teléfonos celulares.

A través de ese pasaje llevaré agua para mi molino: hablar de la transferencia en la psicosis y la neurosis.

(afiche en el que se le advertía al público que no se le permitiría el ingreso a sala una vez iniciada la proyección: "se exige que usted vea Psicosis desde el mismísimo comienzo")


Para lo cual tendremos que ir a un campo que ya no es el del cine, aunque sigamos sirviéndonos de sus escenas. Porque, como decía el año pasado en ocasión del estreno de "Un método peligroso"(6)la transferencia no puede ser filmada. Y eso por las mismas razones que psicoanalizar no es traducir signos patognomónicos ni hacer clínica de la mirada.




(tu bi contiñud)

(permítanme esta transcripción 
después de haber hablado de traducción
Su serie presentifica por ausencia el tercer elemento, 
clave en la lectura que sucede en un psicoanálisis:
la transliteración.
Hacia ella nos dirigiremos)


Lic Guillermo Cabado 





(1) Siempre con el interés puesto en servirnos de fragmentos de la película de turno como disparadores para pensar alguna de las problemáticas del consultorio psicoanalítico (y lejos del "psicoanálisis aplicado" a la explicación de películas)

(2) Así como en el film de David Lynch el fisgoneo tiene una doble vuelta (en la primera Jeffrey espiará a Dorothy, en la segunda a una suerte de remake de la escena primaria freudiana: el brutal Frank y su posible fetiche de terciopelo azul que, cual cordón umbilical, lo une a la enigmática Dorothy... Digo "posible" porque gracias a Freud sabemos que el estatuto de fetiche no se define a nivel del fenómeno sino a nivel del estatuto significante que podamos localizar como constituyéndolo (donde el "glance" inglés no traduce al "glanz" alemán sino que lo translitera).   

(3) En el DVD con el que se distribuye "Psicosis" podrán encontrar un documental con una serie de reportajes al guionista, a la hija de Hitchcock y a Janet Leigh entre otros donde aparecen una serie de historias al respecto.

(4) "El agieren es lo que del campo del hacer (die Tat) se encuentra determinado por el fracaso de la rememoración", decía Jean Allouch en su valiosísimo "Letra por Letra". Esto es: un hacer que no se ubica sin el fracaso de la rememoración, lo cual nos da un puente para vincularlo con el aspecto que Freud pensó como obstáculo y motor en "La dinámica de la transferencia". El problema de aquel texto está en ese final donde dice el "hacer actual y manifiesto los impulsos eróticos ocultos y olvidados": la transferencia atada a la repetición por la hipoteca de la representación.

(5) Algo de eso es lo que Lacan apuntó respecto del hacer del narrador Poe en su cuento "La carta robada" con el que decidió abrir sus "Escritos" : "Desde un principio, se distinguirá en él un drama, de la narración que de él se hace y de las condiciones de esa narración".

(6) Toda aquella serie de posts sobre la relación de Freud con el cine y la película de Cronenberg se puede leer aquí: http://rumorosa.blogspot.com.ar/search/label/Un%20m%C3%A9todo%20peligroso