domingo, 12 de agosto de 2012


  

-5-

DE TIM BURTON A ALEJANDRA PIZARNIK 

.Nro. cuatro de la serie
(escrita en 2005) 

"¿QUÉ ES UN NIÑO?"


AMÉLIE, ZZ, PIZARNIK: 
EL ABISMO DE LAS NIÑAS



"...En su mundo no hay nombres 
ni pasado ni porvernir
                                                                                    sólo un instante cierto"
                                    
  ("El otro tigre", en "El hacedor", 
Jorge L. Borges)





Amélie (o: una niña extraviada entre el efecto y la causa)

Amélie Poulain tiene los ojos grandes y un padre médico de estetoscopio frío y manos tibias. Viven en una película de Jean Pierre Jeunet entre calles empedradas por causas y azares. 

En su rutina anual de revisión clínica, papá escucha un tum... tuc tum donde no debería: en el mismísimo pecho de su niña. Une bévue, un traspié del corazón. Un trastabilleo que de preocupante se hace signo. Y el que busca encuentra: "disfunción cardíaca". El doctor Poulain nombra una causa donde hay un signo que a él lo inquieta. Entonces lo inquietante se vuelve efecto. 



Lo que papá Raphael no sabe es que ese batir extraño sucede apenas una vez al año, en el único tiempo en que sus manos tocan la piel continente de Amélie Poulain. El resto de los días el músuculo vuelve a su burocracia de sístole diástole sístole. Sólo que ella no sabe. Como todo niño, como todo adulto, es extranjera de sus propios huesos, de su propia tierra. 

De todos modos lo único que cuenta es que en un mes idéntico del girar de rueda, caerá el día de la nueva cita. Tendrá entonces otro turno con las manos de papá.




Felices los niños


Entre la singularidad del sujeto y lo que de ella se logra saber, hay un abismo acaso tan delgado como los intersticios del empedrado. No por delgado ha de ser superable. A veces esa grieta agita. Y la inquietud se hace prisa. 

Prisa por no se sabe qué, porque las cosas funcionen, por lo que sea. Pero existe el asfalto que une las piedras, quelasdejalisas. Que pega causas a efectos en superficies sin arritmias. Así el hombre puede correr feliz. ¿Por qué corre?. Porque un rugido lo abisma.




Corre "ZZ" corre


Hay quien podría atribuir la persistencia de la grieta a vaya a saber qué torpeza adulta. En esa línea la última vez nos preguntamos: ¿tendremos mejor suerte cediéndole la palabra a los niños? (1). Fue entonces que nos topamos con el cachetazo de ZZ. 

No es mi objetivo aquí hablar de un "caso clínico", apenas de una experiencia que esboce un camino que ayude a pensar sobre aquella grieta rugiente. Decidí por eso en un post aparte (2) pintar una pequeña acuarela de lo que recorrimos en el consultorio con la niña de 5 años, y en este cuerpo central servirme de algo básico de la lógica de los conjuntos para balizar una vivencia que no por poco perceptible es menos cotidiana.




N= {a, b, c, d}; donde ZZ=N   

(o bien: ¿¿lo qué??)

Les traeré recuerdos de escuela y no hagan puchero: si tenemos la suerte de que un niño se ponga a hablar de sí (como de hecho lo hizo "ZZ" a lo largo de las entrevistas, a veces con juegos, a veces con dibujos, siempre en lo simbólico) cada pista que vaya surgiendo bien podría servir para desembocar en una definición del conjunto "NIÑO". 

Ya sea por intensión (en una definición universal que las sintetice y las represente) o por extensión (una enumeración de todas las repuestas que el mismo niño se ha dado, tomándolas como elementos que lo definen). En definitiva, eso que escribíamos hace un momento como N= {a,b,c,d}.




Ahora bien, los invito a hacer la prueba (¡sin trampearse!): pónganse a hablar de sí, en particular en situaciones donde algo los apremia lo suficiente como para estar interesados en semejante tarea. Más tarde o más temprano, en medio de inconsistencias y contradicciones, nada de lo que digan logrará ser suficiente para representarse, para auto-atraparse. 


Es una experiencia análoga a la que hace Borges en su poema con el tigre. Sus palabras intentan echarle el guante a la esencia de la cosa. En el entre-hilo de sus versos se dibuja esa vivencia que a cada hablante ha de resultarle familiar a poco de que se detenga a escuchar-se: la extraña sensación que sobreviene cuando en el afán de nombrar, una y otra vez la palabra falla. Nombro y descubro que no digo lo que quiero decir. Uf, no, no es ese tigre al que me refiero. Es otro.




El niño, un extranjero de su niñez


Así la definición de niño, aún puesta en manos del mismísimo chico, supuesto ciudadano en contacto directo con la tierra de la infancia, sufre de aquel verso serratiano: "cuanto más voy pa’ allá, más lejos queda"

Por más adjetivos, descripciones, acotaciones, restricciones, elementos que sigamos incluyendo en la definición de niño: e, f, g, h... 

¿Estamos condenados a la máxima catalana?. 

No. No si partimos de la aceptación de que producir la pregunta que nos ocupa, ¿qué es un niño?, es iniciar el bordeo de un vacío, de una verdad que se escabulle. 

Un bordeo como el de la circunstancia del tigre que Borges intenta aprehender en su poema. Lo que del animal logra alcanzar se alcanza por el fracaso: ahí mismo cuando se nos esfuma de la punta de la lengua, ese tigre está más presente que nunca jamás. 




Niño en el vacío

El fracaso anticipado de la respuesta al "¿qué es un niño?" no debiera impedir que hacia ella nos dirijamos, aún a sabiendas de que cuando le echemos el guante se nos escabullirá entre los dedos (3).

Esa persecusión lejos de dejarnos en un impasse, no sólo nos contactará con eso que intentamos nombrar cuando decimos "niño" sino que lo hará echando luz sobre uno de los enigmas más agobiantes de la infancia escolarizada: "todo conjunto incluye entre sus elementos al conjunto vacío".


En el próximo post, entrando ya en la segunda mitad de este recorrido, presentaremos un adminículo muy útil para cuando llueve vacío: el parachicos. 
Traigan bota de goma. 
Y el que no se acordó, se embroma. 

Hasta entonces


Lic. Guillermo Cabado



(con excepción de la imagen de Amelie, extraída de la película homónima, las fotos utilizadas pertenecen a los artistas Loretta Lux y Takahito Iguchi, y responden a mi gusto al por qué la aún ausente "Pizarnik" completa el tríptico del título)


(1) Para ver toda la secuencia previa de esta serie, clic en: http://rumorosa.blogspot.com.ar/search/label/QU%C3%89%20ES%20UN%20NI%C3%91O

(2) Para ver la viñeta clínica sobre ZZ: http://rumorosa.blogspot.com.ar/2012/08/complemento-al-nro-4-de-la-serie-que-es.html

(3) En definitiva de eso trataba nuestra obra, "Dedos en el espejo", que suscitara aquel diálogo de la oyente con Fernando Peña y posterior nota de éste.




No hay comentarios:

Publicar un comentario