miércoles, 16 de diciembre de 2009

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Un cuento de navidad




ÉL

Ese pez de porquería se ha puesto vertical e inexorable.
Faltan seis horas para nochebuena y el regalo que pensó está por destruirle la cena.

Ella vendrá en un rato con su niño de cinco años.

Y él siempre se ha creído un heredero de Vincent Price: capaz de hacer la magia.
Aunque se hayan conocido a mediados de este año, no ha temido en insistir con una celebración de apenas tres.
Pero el regalo del niño se va apagando en el agua...
A pesar de las gotas curativas de azul de metileno.

Vuelve a cubrir la pecera redonda con el celofán rojo y el moño de primor.
Y algo más: su plato de maravilla no termina de suceder.
¿Alguien ha visto alguna vez jamás una comida azul?.
Una comida salada realmente azul.
Pues bien: esta noche él se ha empeñado en bajarles el cielo nocturno a la mesa.
La base es infalible: fideos negros.
Sobre ellos ha soñado esparcir una salsa azul,
mordida por pequeños trocitos de salmón con sus escamas plateadas en contrapunto.

Pero se ha excedido de confianza: una base neutra, la tinta renegrida de calamares, y el curacao azul logrando el tono exacto.
Y acertó.
Pero la felicidad del color se le muere de tan dulce.
Mira el reloj y se reprocha no haberlo ensayado antes.
¿Antes cuándo, si vivo corriendo y la puta que lo parió?.

Suena el timbre.
La ha empezado a querer tanto en todos estos meses.
Se resiste a que esta cena se reduzca a la ternura del fracaso.
Entonces Vincent Price lo ilumina:
en la repisa, aún resta medio frasco de azul de metileno.



Guillermo
Dedicado a Vincent Price y sus cuentos en blanco y negro.

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